Historias androides 23 – ¿Quieres tener suerte? 🍀
Hoy te voy a contar una historia que siempre que la recuerdo, me lleva una amplia sonrisa al rostro.
No me suele gustar decir “siempre” o “nunca”, porque con que no se cumplan una única vez, ya dejan de tener validez.
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Ya lo decía George Boole.
Pero es que no recuerdo una sola vez que no haya sonreído al recordarla.
Y muchas veces, no solo sonrío, sino que también me sale una ligera risa.
A estas alturas, te preguntarás de qué narices estoy hablando.
Pues bien, corría el año 1997.
Era viernes e iba a mi pueblo, Bicorp, en el autobús que pasaba por la calle Alicante, al lado de la estación del Norte de Valencia.
Al lado de ahí, estaba la archiconocida tienda de discos de la calle Castellón: “Contraseña Records”.
Como tantas otras veces, me acercaba por ahí a ver si encontraba algún pelotazo con el que incrementar mi colección de discos.
Si esto te suena a chino, te diré que he sido (y sigo siendo) DJ muchos años y evidentemente, eran discos de vinilo.
Iba como loco detrás de un temazo que había escuchado en Myel, la discoteca de Chella en la que Danny Fiddo ponía música bastante avanzada para la época.
No sabía el nombre de la canción.
Pero desde luego, tenía claro cuál era.
Por lo que si estaba en disco en la tienda, era evidente que al escucharlo lo iba a reconocer.
Lo que pasa es que después de pegar una oída a unos cuántos montones de discos con la táctica de dejar caer y levantar rápido la aguja sobre el vinilo 3 o 4 veces, no daba con él.
La hora de que llegara el autobús para ir al pueblo, estaba a punto de cumplirse.
Y no había dado con el anhelado pelotazo.
Hice de tripas corazón y me lancé decidido al vendedor de discos que estaba en el mostrador y le dije:
— Gabi: Hola, estoy buscando un disco
— Vendedor: ¿cuál es?
— Gabi: No lo sé. No sé como se llama
— Vendedor: Pues poca información tengo…
— Gabi: ¿Te lo canto?
— Vendedor: ¡Venga!
Era tal mi determinación por conseguir el disco, que dejé de lado la vergüenza y me lancé a tararearle la melodía.
Al loro, que lo que viene a continuación es tal cual lo que le canté al tío:
TA TATÁ TATATATÁ TATATATÁ TATATATÁ TATÁ TATATATÁ TATÁ
TA TATÁ TATATATÁ TATATATÁ TATATATÁ TATÁ TATATATÁ TATÁ
🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣🤣
Por cierto, este era el disco.
Yo creo que no se rió a carcajadas porque pensó que me faltaba un regón.
Y tenía razón. 😆
¿Pues sabes qué?
Que me dijo que no tenía ni idea de cuál era la canción a la que me refería.
¡¡No!!
Al autobús le faltaba nada para llegar y yo no había conseguido lo que quería.
Respiré y decidí hacer un último intento.
Me dirigí de nuevo a la zona para escuchar vinilos y vi uno en la parte alta con un cover blanco con una bala en el medio.
Solo había una copia del mismo.
Me dije: voy a escuchar este. Si no es, me voy ya…
Cogí el disco y lo puse en el tocadiscos.
¿Y sabes qué?
¡¡¡Que sí que era!!!
Me apresuré a pagarlo e a ir a la parada.
Al poco llegó el autobús y yo tenía lo que quería.
Podríamos pensar que fue suerte.
Y de hecho, en parte, no te faltaría razón…
Pero no creo que fuera chiripa.
Yo imagino que si hubiera sido el primero que hubiera cogido, sí que se podría decir que hubiera sido una potra increíble.
Pero después de escuchar 200 discos antes de ese, las probabilidades jugaban a mi favor.
No nos engañemos, algo de suerte tuve, eh.
Pero digamos que ayudé al azar. 😉
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Fue determinación.